Querétaro, conocido por su vibrante cultura y crecimiento económico, alberga un tesoro aún más valioso: su rica biodiversidad.
En esta vasta colección de vida, desde la flora hasta la fauna que define nuestros paisajes, tenemos mucho más que un simple adorno; es el motor de nuestra sostenibilidad regional. Lamentablemente, este capital natural se encuentra en un declive alarmante a nivel global.
Para entender la magnitud de esta crisis, el Índice Planeta Vivo (LPI) nos ofrece una ventana crítica, revelando el verdadero costo de la pérdida de nuestra biodiversidad.
El Índice Planeta Vivo (LPI) es una herramienta esencial para monitorear la salud de la biodiversidad global. Es un indicador que rastrea la abundancia de poblaciones de especies vertebradas (mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces) de todo el mundo, funcionando de manera similar a un índice bursátil que mide el valor de un conjunto de acciones.
Creado y gestionado por la Sociedad Zoológica de Londres (ZSL) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), el LPI proporciona una visión clara del estado de los ecosistemas del planeta, revelando tendencias alarmantes de disminución en las poblaciones silvestres desde 1970.
Esta tendencia no solo implica la pérdida de especies, sino también la alteración de procesos naturales esenciales para el equilibrio de los ecosistemas y sus servicios asociados, tales como la polinización, la purificación del agua y el control de plagas.
En Querétaro, zonas como la Sierra Gorda, estas pérdidas pueden afectar significativamente tanto al medio ambiente como a las actividades económicas locales que dependen de estos recursos naturales.
En este contexto, la economía circular emerge como un modelo innovador que promueve un desarrollo sostenible y mitiga el impacto negativo sobre la biodiversidad.
La economía circular, inspirada en los ciclos de la naturaleza, donde la materia y la energía fluyen transformando los residuos en nuevas materias primas para el ecosistema, busca replicar este modelo en nuestras actividades económicas.
En Querétaro, el Sistema de Economía Circular ha integrado a 279 empresas que han implementado más de 370 iniciativas orientadas a la reducción de residuos, el ahorro de agua y energía, así como la adopción de procesos productivos regenerativos.
Un ejemplo paradigmático es el impulso al reciclaje industrial de plástico PET, donde empresas locales colaboran para cerrar el ciclo productivo, evitando que estos materiales se conviertan en contaminantes que puedan afectar la fauna y la flora. Adicionalmente, el programa estatal fomenta la recirculación del agua y el uso de energías renovables, disminuyendo la presión sobre los recursos naturales.
Otro caso relevante son las comunidades ejidales en la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda, donde se implementan esquemas de pago por servicios ambientales para la conservación de bosques, la protección de especies y la mejora de la calidad del suelo.
Este enfoque local se complementa con programas municipales en la capital queretana, los cuales buscan la integración de fragmentos de conservación de biodiversidad urbana, reconociendo la importancia de las áreas verdes para mitigar los efectos del cambio climático y proteger hábitats incluso dentro de la ciudad.
Estas iniciativas genera oportunidades económicas para las familias locales, quienes obtienen ingresos vinculados directamente a la conservación y la gestión sostenible de sus tierras.
Proteger y restaurar la biodiversidad de Querétaro no es solo una responsabilidad moral, sino una inversión inteligente para asegurar un futuro próspero para nuestra región y las próximas generaciones.