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La energía como motor de la sociedad

Escrito por Lyzbeth Carrillo | 4/04/25 06:00 PM

Conoce la historia de la revolución energética, aquella que sigue transformando al mundo y las civilizaciones.

Desde el uso primitivo del fuego y la energía humana hasta el aprovechamiento de fuentes más sofisticadas, la transición de la humanidad de la energía muscular a la explotación de diversas fuentes naturales fue uno de los motores de la evolución tecnológica y social.

 

¿Cuál es el papel de la energía en la vida?

En los primeros días de la humanidad, la capacidad de acceder a fuentes de energía era crucial para la supervivencia. Entre las fuentes más importantes de esa época se encontraba el fuego, un avance significativo en el dominio del entorno; este desempeñó un papel fundamental en la vida cotidiana de los primeros seres humanos, permitiéndoles mejorar su calidad de vida y adaptarse a diferentes condiciones.

A medida que los seres humanos comenzaron a experimentar con los recursos naturales, como el viento, el  agua y el sol, comenzaron a ver las primeras formas de energía externa que podían utilizar.

Siglos después, un recurso abundante en varias partes de Europa, especialmente en Inglaterra, se convirtió en la principal fuente de energía durante la Revolución
Industrial: el carbón; aunque antes de este periodo se utilizaba de forma limitada para la fundición de metales y la calefacción, la invención de la máquina de vapor cambió su rol por completo.

Fue hasta finales del siglo XIX, que la humanidad comienza a utilizar la electricidad a gran escala como fuente de energía, a través de los generadores eléctrico, cables y los sistemas de distribución de la corriente eléctrica; esto impulsó la Segunda Revolución Industrial, la cual incentivó el desarrollo de la sociedad en el siglo XX.

Fue en 1990 cuando aparece la crisis ambiental y se hace evidente la necesidad de buscar nuevas formas de generar, así como distribuir la energía, incorporando las energías renovables e incluso nucleares.

 

Transformando la materia

La energía se define como la capacidad de realizar trabajo, y esta capacidad es la que permite mover o transformar la materia que compone a los organismos (biomasa).

El flujo de energía está estrechamente vinculado a la circulación de materiales, en particular al intercambio de átomos de carbono, hidrógeno, nitrógeno, oxígeno y fósforo, elementos esenciales para que los organismos completen sus ciclos de vida y se relacionen entre sí a través de las cadenas alimenticias.

Los ecosistemas, entendidos como sistemas que interconectan elementos vivos y no vivos, generan y distribuyen la energía a través de los niveles tróficos. Estos niveles tróficos agrupan poblaciones de organismos que desempeñan funciones químicas similares, clasificándose en productores, consumidores y descomponedores. El movimiento de la energía en las cadenas alimenticias conecta a los organismos mediante dos reacciones químicas complementarias:

  • La fotosíntesis, un proceso químico que utiliza elementos no vivos del ecosistema, como el agua, la luz solar y el CO2 del aire, para convertirlos en azúcares, que constituyen la biomasa.
  • La respiración, un proceso químico que descompone los azúcares para liberar energía y O2 al aire, proporcionando alimento a todos los organismos consumidores y descomponedores.

 

Alternativas más limpias

Desde la mitad del siglo XX estamos inmersos en una transición energética, un proceso vital que implica reducir la dependencia de los combustibles fósiles y adoptar fuentes de energía más limpias y sostenibles. Este cambio es impulsado no solo por una creciente preocupación por el medio ambiente, sino también por avances tecnológicos y por la necesidad de garantizar la seguridad energética.

El crecimiento de las energías renovables, tales como la energía solar, eólica, hidroeléctrica y biomasa, están en el centro de esta transición, sin embargo, el desafío radica en cómo integrar estas fuentes en las redes eléctricas actuales de manera eficiente.

A diferencia de los combustibles fósiles, las energías renovables son intermitentes, lo que significa que su generación no es constante y puede depender de factores como el clima y la hora del día. Aquí es donde entra en juego la eficiencia energética y la mejora de las infraestructuras.

La implementación de redes eléctricas inteligentes, que utilizan tecnología avanzada para gestionar la distribución de energía de manera eficiente y flexible, es crucial para superar estos retos. Además, el desarrollo de tecnologías de almacenamiento de energía, como las baterías de litio y las soluciones de almacenamiento a gran escala, es esencial para asegurar que la energía generada por fuentes renovables pueda ser almacenada y utilizada cuando se necesite, incluso en períodos de baja producción.

 

Energías renovables

La energía renovable es aquella que se obtiene a partir de una fuente que no se agota, que se renueva permanentemente por procesos naturales, mientras que la energía limpia es aquella que durante su producción, almacenamiento y distribución desprende menos elementos contaminantes.

La combinación perfecta se logra cuando la energía se origina en forma renovable y su distribución es limpia; las más cercanas a esta combinación son la energía solar y la energía eólica.

Las energías renovables se clasifican por sus fuentes de origen en:

  • Bioenergía o energía de biomasa: se refiere al material orgánico proveniente de plantas y animales, se manifiesta como: energía química, calor y liberación de metano.
  • Energía geotérmica: se basa en el calor proveniente del interior de la tierra.
  • Energía hidroeléctrica: Las pequeñas centrales hidroeléctricas tienden a causar menos daño ambiental, ya que desvían solamente una fracción del flujo de agua.
  • Energía solar: se obtiene al capturar la luz del sol mediante paneles solares, lo que desencadena una reacción química y física conocida como el "efecto fotovoltaico".
  • Energía eólica: las granjas eólicas, generan electricidad al hacer girar las aspas de las turbinas eólicas.

Tanto la energía eólica como la solar son fuentes de energía limpias y renovables, ya que su suministro no puede agotarse; el sol siempre proporcionará energía solar cuando haya luz y el viento siempre hará girar las turbinas eólicas para crear energía cuando sople.

 

En resumen

El futuro de la energía dependerá de cómo abordemos los desafíos ambientales, sociales y económicos asociados con el suministro y consumo de la misma.