
Más allá de su importancia económica, la flor de Nochebuena representa
un patrimonio cultural y biológico único para México.
La Nochebuena es, en esencia, un regalo de México al mundo; su preservación no solo asegura su futuro como ícono navideño, sino que también refuerza el compromiso con la biodiversidad y la herencia biocultural; conectando tradiciones indígenas, prácticas coloniales y avances científicos.
A lo largo de los años, el creciente valor comercial y la demanda mundial de la Nochebuena han impulsado un profundo enfoque en el manejo agronómico y el mejoramiento genético. Este esfuerzo científico busca destacar y estabilizar atributos deseables, como colores variados, formas de hoja específicas y un tamaño de planta compacto; las variantes mas conocidas son:
- Nochebuena blanca
- Nochebuena roja
- Nochebuena marmoleada
- Nochebuena marblestar
Su origen y anatomía

Su nombre científico es Euphorbia pulcherrima; su origen se encuentra en las barrancas húmedas y sombreadas de los bosques tropicales secos, distribuyéndose de manera silvestre desde el norte de México hasta Guatemala. Estados como Guerrero, Morelos, Chiapas, Nayarit, Jalisco y Michoacán albergan estas poblaciones naturales.
En su hábitat natural, la Nochebuena es un arbusto que puede alcanzar varios metros de altura; es, precisamente en los meses de invierno, cuando se distingue a la distancia, gracias a sus coloridas estructuras.
Una de las curiosidades más fascinantes de la Nochebuena se halla en su anatomía. Lo que popularmente se conoce como "pétalos" y que le da su característico color son, en realidad, sépalos modificados (brácteas); estas estructuras brillantes enmarcan a los centros de color amarillo o blanco, que son las verdaderas flores de la planta; a este conjunto de diminutas estructuras florales ubicadas al centro se le denomina Ciatio.
Un ícono navideño

La flor de Nochebuena, originaria de México, ha trascendido fronteras para convertirse en un símbolo universal de las festividades navideñas.
Conocida en náhuatl como cuetlaxóchitl, que significa “flor que se marchita”, ha estado presente en rituales, jardines y altares desde tiempos prehispánicos; este legado hoy adorna millones de hogares en el mundo.
Dentro de la cultura prehispánica, se destacaba y era utilizada por los nahuas los cuales le llamaban “cuetlaxochitl” (significa flor de cuero) por su singular belleza como flor de ornato.
Su asociación con la Navidad comenzó en el siglo XVII, cuando frailes franciscanos la utilizaron para decorar en Taxco, mientras que en Guerrero la emplearon como una flor ornamental en las fiestas de “Santo Pesebre” y “Pascua”. En 1828, el diplomático estadounidense Joel Roberts Poinsett llevó ejemplares de la planta a Filadelfia, donde rápidamente se popularizó y comenzó a ser conocida como poinsettia.
Desde entonces, su cultivo se ha extendido por Europa, Asia y América, convirtiéndola en el segundo ornamento floral más vendido en el mundo, solo detrás de las orquídeas.
Una flor en peligro
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Investigadores del Instituto de Biología de la UNAM han identificado 16 variantes genéticas de Nochebuena en México, adaptadas a distintas condiciones ambientales como frío y humedad; sin embargo, solo 2 de estas se utilizan para desarrollar cultivares comerciales.
Laura Trejo Hernández, especialista de la UNAM, destaca que la diversificación genética ofrece beneficios económicos significativos, ya que permite producir plantas más robustas y disminuir los costos de producción. A pesar de esto, la conservación de las poblaciones silvestres enfrenta serias amenazas; solo el 30% de estas se encuentran en áreas protegidas, mientras que el cambio de uso de suelo y la deforestación siguen poniendo en peligro su hábitat natural.
Aunque la Nochebuena es originaria de México, la mayoría de las patentes de cultivares pertenecen a empresas extranjeras; esta realidad pone en desventaja a los productores nacionales, quienes enfrentan una competencia desigual en los mercados internacionales.
México produjo más de 16 millones de plantas de Nochebuena en 2020, siendo Morelos, Michoacán, Puebla y la Ciudad de México los principales estados productores; esta industria genera 3,500 empleos directos y más de 7,500 indirectos durante la temporada navideña. A nivel mundial, Estados Unidos lidera el mercado con ingresos superiores a los 250 millones de dólares anuales, seguido por países europeos como Alemania y Holanda.
El color de la navidad

Cada año, se planifica la producción de esta flor hasta 10 meses antes para atender la demanda poder en épocas decembrinas y, con ello, ofrecer diversas variedades o tamaños.
Las labores culturales, van desde el cuidado de la temperatura, podas, riego, fertilización, hasta el someter a la planta a un fotoperiodo donde pasan en oscuridad hasta 13 horas (simulando noches largas) a través de plásticos negro que interrumpen el paso de luz dentro del invernadero; con ello, la planta es estimulada a florecer y teñir sus brácteas o Cépalos en colores intensos en el tiempo prospectado para su venta.
Los cuidados de la nochebuena son fundamentales para mantenerla colorida, hermosa y saludable durante la temporada navideña e incluso después.
- Luz: coloca la nochebuena en un lugar con luz indirecta brillante y evita la exposición directa a la luz solar intensa.
- Riego moderado: permite que la tierra se seque ligeramente entre riegos, colocando la maceta sobre una bandeja con agua.
- Drenaje efectivo: asegúrate de que la maceta tenga un buen drenaje para evitar el estancamiento del agua.
- Temperatura adecuada: la nochebuena prefiere temperaturas entre 15 a 20 grados centígrados.
- Podar: si la nochebuena se vuelve muy grande, puedes podarla después de la temporada de floración, en primavera; retira las partes dañadas o muertas para fomentar un crecimiento saludable.
En resumen
Al admirar la Nochebuena esta temporada, recuerda que tienes en tus manos una joya botánica, un símbolo de vida y un compromiso con la diversidad; una invitación a celebrar la inestimable generosidad de la naturaleza mexicana.